Carlos Siles: La incomunicación en masa

No sé muy bien por dónde empezar. Realmente nunca sé muy bien por dónde empezar. Menos aún cómo acabar. Pero hay cosas que se me dan peor. Se me da mal decir una frase coherente recién levantado. También se me da mal hacer puzzles, las adivinanzas o cualquier otra cosa que requiera de paciencia.

Empecemos, pues, por el principio (al menos por uno de ellos). Un día, hace ahora 15 años, decidí ser periodista. Ya era músico. Bueno… si estudiar un par de años de lenguaje musical y componer canciones a Irene, mi amor platónico de la adolescencia que me dio calabazas (y que me provocó un dolor de estómago crónico que persiste a día de hoy) se puede considerar ser músico.

Recuerdo que le dije a mis padres, hablando de mi futuro universitario: “Yo lo que quiero es comunicarme”. Así pues, mi primera opción era Publicidad. La descarté porque mi padre me metió en la cabeza que eso sólo servía para trabajar en discotecas como relaciones públicas. Y nadie me supo explicar muy bien qué era eso de la Comunicación Audiovisual. Así que hice Periodismo. Total, en secundaria gané el concurso de relatos de mi colegio (por cierto, no lo pude recoger porque tenía examen de solfeo). Además, mi profesor de lengua me solía acusar de plagiar textos: “Siles, tu escrito está muy bien. Muy, muy bien… ¿Seguro que no lo has sacado de ningún sitio?”. Esto me hacía sentir un poco incómodo pero, a la vez, pensaba que algo, por fin, se me debía de estar dando bien.

Total, que los folios en blanco -qué tiempos, aquellos del folio y el bolígrafo- me hacían sentir cómodo. Más que las calculadoras, los transportadores de ángulos o la Guerra Fría (lo que me costó averiguar por qué era “guerra” y por qué era “fría”). Así que Periodismo era la mejor opción. La única, de hecho. Al menos, la única que me hacía sentir seguro y a la que agradezco haberme permitido conectar de alguna manera con otras personas.

No quiero que mi primera columna desde I, Me, Mine! Magazine sea desesperanzadora. Pero ayer hablé con una buena amiga mía. Y me decía, hablando de redes sociales: “Carlos, es que la tecnología está avanzando más rápido que nosotros. Y, aparte, tampoco tenemos tiempo, hoy en día, para conocer a gente o quedar con ellla…”. Y me da miedo. Todo. Me da miedo conocer a gente con unas habilidades maravillosas para conectar conmigo a través de un teclado y que luego no sea capaz de mirarme a los ojos. Me da miedo que mi jefe me despida por email (me viene a la cabeza la maravillosa Up in the Air) o enterarme de que mi hermana pequeña está triste por su última actualización de perfil. Me da miedo nuestra sensación de seguridad.

Y yo, impaciente nato, nervioso encubierto, el mismo que no sabe por dónde empezar ni cómo acabar, el inseguro que sigue preguntándose por qué Irene le dio calabazas… Yo, repito, tengo claro que te echo de menos. Que me cuesta pensar que todos nos autoconvenzamos con esa maldita frase que cada vez escucho (y me vuelvo a incluir) más: “Es que no paro”. Pues para. Aunque sea durante tres minutos. Nos vemos. Y nos ponemos al día.

*Por cierto: Papá, parte de mi trabajo actualmente consiste en ser relaciones públicas en una discoteca.


¿QUIÉN ES CARLOS SILES?


Titulado en Periodismo y, posteriormente, en Organización Integral de Eventos y Protocolo, ambas en la UCM. Más de diez años como redactor en prensa escrita (Grupo Zeta, Unidad Editorial, Axel Springer…) alternando con labores de comunicación en proyectos como Marsillach Acting Academy o La Moda Aplicada. También ha colaborado esporádicamente en medios como Mondosonoro, Salir.com o CLMag. Paralelamente, viene desarrollando un proyecto musical que cuenta con dos trabajos discográficos publicados con el apoyo del sello barcelonés PSM Music. En la actualidad, además de dirigir I, Me, Mine! Magazine, es responsable de comunicación y producción de conciertos en la sala Contraclub Madrid desde hace cuatro años.